viernes, 26 de junio de 2009



©Cristina García-Lasuén





LA ERA POST CRISIS



La crisis económica mundial en este año ha causado la caída de las inversiones productivas y del consumo, confirmando una tendencia que está poniendo en serias dudas la continuidad del bienestar global.


Según algunos expertos esta grave situación es temporal y se regulará, en algún momento, como ocurrió en las anteriores crisis de los años 30 y de los 70, lo que confirmaría esta especie de maldición sinusoidal de los mercados cada cuarenta años. Sin embargo, la mayoría de los expertos consideran que ahora es muy diferente de las anteriores ocasiones; que nos vamos a tener que enfrentar a una nueva etapa, una nueva era, porque lo que estamos viviendo es una situación desconocida e insólita. En las anteriores crisis, argumentan, se veían afectados algunos países, relacionados entre ellos por tratados de amistad y comercio, y los declives incidían, sobre todo, en determinados factores de producción que luego, con el tiempo y las medidas adecuadas, se corregían mientras que el resto del mundo seguía su curso normal sin apenas notar estas dificultades de los implicados. Sin embargo, ahora es muy diferente. Los analistas nos dicen que, no sólo es mucho más profunda de lo que ha ocurrido antes y nos creemos, sino que es la primera vez que circunstancias tan graves afectan de manera global, mundial, y cuyas consecuencias se van a hacer sentir en todos los sectores de la población.

La globalización que, en su día, facilitó la idea de igualdad, la uniformidad en el consumo, la información y la producción, se ha vuelto ahora en contra de todos al tiempo. Las consecuencias de un mercado único, que es el que dicta el valor y los precios en nuestra aldea global, tal y como la definió Mc Luhan, han provocado la caída de algunas grandes y medianas empresas y bancos. La incertidumbre se aprecia en todos los ámbitos. Hoy día sólo existe una certeza: nadie sabe cuánto va a durar o qué es lo que va a ocurrir, porque cada día es un enigma. Se duda, incluso, si algún día se podrá llegar a resolver. La cuestión, dicen, es que no parece que estemos viviendo sólo un periodo de grave recesión económica, más o menos duradero del que nos recuperaremos, sin lugar a dudas, sino que los síntomas que se observan indican que estamos ante los comienzos de un crack del propio sistema. Aseguran que, cada día que pasa sin encontrarse o empezar a ver una solución, parece que se confirma esta sospecha negativa. Esta visión del ocaso de la civilización occidental, tal y como la conocemos en estos momentos, enlaza y coincide con el pensamiento de las filosofías orientales que consideran que toda existencia y circunstancia que ocurre en nuestro mundo responde a una naturaleza, cíclica y biológica, de creación, desarrollo, muerte y renacimiento. Con la frase “The day ends and the end begings” comienza y acaba la película de Jean Renoir, “El río”, en el que se describe este proceso cíclico de la existencia humana.


La interpretación de las culturas, “con fecha de caducidad”, está definida en las posiciones de Fichte o Schelling y desarrollada en las tesis de Hegel, Marx, Comte y por el anticartesiano Gianbattista Vico, quien describió que el nacimiento, ocaso y renacimiento de las culturas seguían tres fases sucesivas: la etapa de los dioses, la de los héroes y la de los humanos. Si estos autores confirman esta visión circular, desde un punto de vista del pensamiento económico y filosófico occidental, Oswald Spengler, en su libro “La decadencia de Occidente”, incluso apuntó una fecha límite en la vida de las civilizaciones, que fijó en mil años. El efecto milenarista fue el que sembró de terror a los habitantes de la Edad Media, a medida que se acercaba el fatídico año 1.000. Sin embargo, Spengler atiende a cuestiones económico-sociales y no de superstición numérica, cabalística o decimal. Escribe que, después de este periodo de mil años, cada sociedad experimenta y genera su propia autodestrucción. Señala, como ejemplo, que después de la caída del Imperio de Roma el Renacimiento de la cultura europea empezó, de nuevo, con la dinastía Carolingia. Así que, si aplicásemos la teoría de Spengler, es decir, si añadimos mil años a esa histórica fecha, nos encontramos en nuestros días. Tras el doloroso proceso de nacimiento, evolución y maduración de nuestra cultura a lo largo de diez siglos, estaríamos a punto de presenciar, en vivo y en directo -como mandan los cánones actuales de información-, cómo un ciclo de la civilización europea y occidental está llegando a su fin.


Según Spengler, los primeros signos de decadencia de nuestra civilización surgieron tras la Revolución Industrial, que fue cuando la máquina comenzó a sustituir al ser humano y la primacía de las emociones se vio relegada por el imperio y el triunfo de la razón. Desde entonces, nuevas formas de conducta social y política han generado una preocupación obsesiva por el crecimiento económico, que se justificaba en la creencia de que, gracias a los beneficios materiales, nos podríamos liberar, al fin, del designio y del peso de la historia.

Efectivamente, los estados liberales han defendido la primacía de lo económico como el método ideal para lograr un bienestar y una paz social, puesto que garantizaba el sentido de igualdad, de oportunidad y de protección a las capas sociales menos favorecidas. En estos momentos, puesto en evidencia las debilidades del propio sistema económico, la seguridad que se mantiene para millones de parados, personas de la tercera edad o dependientes físicos, que son el sector más débil de la sociedad, puede verse dificultada poniendo en serio riesgo su medio de subsistencia, el equilibrio general y el bienestar social, que son los soportes fundamentales sobre los que se asienta la civilización occidental. A este estado de cosas habría que añadir la cantidad de foráneos que alcanzan las costas de occidente persiguiendo el sueño de la libertad y de su futuro.


viernes, 19 de junio de 2009







POST-CRISIS ERA

© Cristina García-Lasuén





The global economic crisis is pushing down investments and consumptions in this 2009, confirming the continuity of the trend which is threatening the global weal.


According to some experts this difficult situation is temporary and it will be resolved in the future, as it happened in previous crises of the '30 and'70, confirming an insurmountable sinusoidal economic curse, which brings with it an economic crash every 40 years. However, most experts are convinced that the current situation is very different from the past and we're going to come to terms with a new phase, a new economic era, because what we are experiencing is unusual and unknown. In previous crises, experts say, the economic crisis has limited its expansion in countries joined together by economic alliances and commercial treaties, and then resolved by the application of corrective measures by the State, not affecting countries outside of these agreements. Today, on the contrary everything seems more complicated: the economic and financial analysts from around the world, argue that the current crisis, not only is much deeper than previous, but also that for the first time in international economic history we have seen an expansion of a global economic downturn, which affects all levels of society.


Globalization, the bearer of positive effects including the idea of equality, uniformity of consumption, production and information, we at once showed his dangerous side, as if to remind us that each coin has two faces. The consequences of a single market, which determines the value and prices in our global village, as defined by Mc Luhan, caused the collapse of the economic wealth. The uncertainty was evident, with varying intensity, in all productive sectors. For the future, beyond the various assumptions made by economic authorities, there is only one certainty: we cannot know either how long or how to solve the crisis, that is an enigma. It's seems that we are facing not only a collapse of the global economy, but a system crack. This point of view of the occidental decline, as we know it nowadays, make sense and matches with the Eastern philosophy, that all existence and the circumstances of the world follow a cyclical / organic creation, development, death and rebirth, while the phrase "The day ends and the end begins" begins and ends the film by French director Jean Renoir "The River", which describes the process of development of human life.


The same culture, like life and the economy is subject to its end following a life cycle, as advocated by Fichte and Shelling, then the thesis developed by Hegel, Marx, Comp and by the anti Cartesian Giambattista Vico, who affirmed that birth, decline and renaissance of cultures follow three phases each others: the one of gods, the one of heroes and, finally, the one of humans. If these authors confirm this cyclical vision from the perspective of economic thought and Western philosophical, Oswald Spengler, in his book "The decadence of Western" puts an end to the life of a civilization, equal to one thousand years. The end of the millennium has terrified the inhabitants of the middle age at the approach of 1000, that is, Spengler does not take into account numerical superstitions nor mysterious, but economic and social issues to define the millennium as a period of transition, saying that after a thousand years all societies generate their auto destruction, making the example that after the fall of the Roman empire, the renaissance of European culture began, again, with the Carolingian dynasty. We can see that adding one thousand years to the date of that historic event, we are in our day. After the painful process of birth, evolution and maturation, our civilization lasted for ten centuries, we are going to participate, live -as they say in media language- at the end of one cycle in the European and Western civilization. According to Spengler, the first signs of decline of our civilization have appeared after the Industrial Revolution, when the machine began to replace the human being and the primacy of the emotions were relegated by the triumph of reason.


Since then, new forms of social and political concerns have led to an obsession with economic growth, which was justified in the belief that, with material benefits, we could free from the weight of history.

States have confirmed the primacy of economics as an ideal way to achieve peace and social welfare, since it guarantees a sense of equality, opportunity and protection of social groups. Now, considering the weaknesses of their economic system, the monetary security guaranteed to the unemployed, to the elderly people and to the dependents, that represent the weakest part of society, can be compromised. This state of things must be added the number of foreigners who reach the coasts of the West, chasing the dream of freedom and their future.

Translation Catalina McCaw & A. Marchi



jueves, 18 de junio de 2009


©Cristina García-Lasuén







LA ERA POST CRISI



La crisi economica mondiale sta determinando l'andamento verso il basso degli investimenti produttivi e dei consumi nell'anno in corso, confermando la prosecuzione di un trend che sta mettendo in serio dubbio il benessere globale.


Secondo alcuni esperti questa situazione è temporanea e si risolverà spontaneamente nel futuro, come è avvenuto per le precedenti crisi del '30 e del '70, a conferma dell'inesorabile maledizione sinusoidale dei mercati, che porta con se una fase recessiva ogni quaranta anni. Tuttavia, la maggior parte degli esperti è convinta che ci troviamo in una situazione molto diversa dal passato e che quella che seguirà non sarà una semplice fase espansiva, bensì una nuova era economica, posto il fatto che quella che stiamo vivendo è una realtà insolita e non nota. Le precedenti recessioni, affermano gli addetti ai lavori, si sono estese con riferimento ai soli paesi uniti tra loro da alleanze economiche e trattati commerciali, per poi risolversi con l'applicazione di opportune misure correttive da parte dello Stato, non andando ad intaccare i paesi esterni a questi accordi. Oggi, al contrario, tutto pare più complicato: gli analisti economico-finanziari di tutto il mondo, sostengono che l'attuale crisi, non solo è molto più profonda rispetto alle precedenti, ma anche che per la prima volta nella storia economica internazionale stiamo assistendo ad un espandersi globale di una fase recessiva, che interessa tutti gli strati sociali.

La globalizzazione, portatrice di effetti positivi tra cui l'idea dell' uguaglianza, l'omogeneità dei consumi, della produzione e delle informazioni, ci ha d'un tratto mostrato anche i suoi lati negativi. Le conseguenze di un mercato unico, che determina il valore e dei prezzi nel nostro villaggio globale, come definito da Mc Luhan, hanno causato il crollo generalizzato della ricchezza. L'incertezza è stata evidente, con varia intensità, in tutti i settori produttivi. Per il futuro, al di là delle varie ipotesi avanzate dalle autorità economiche, c'è una sola certezza, ossia, non possiamo sapere né quanto durerà né come si risolverà la crisi, ogni giorno è un enigma. Si dubita, perfino, che in futuro potrà risolversi: pare infatti, che quello a cui stiamo assistendo non sia, solamente, lo spettacolo di un crollo economico mondiale ma bensì un crack del sistema.

L'avvento dell'odierna situazione congiunturale e la mancanza di certezza nel domani, imputabile alla natura della crisi stessa, può essere considerata anche dal punto di vista della filosofia orientale, secondo cui tutta l'esistenza e le circostanze del mondo seguono un andamento ciclico/biologico di creazione, sviluppo, morte e rinascita, mentre con la frase ”The day ends and the end begins” inizia e termina il film del regista francese Jean Renoir “Il Fiume”, in cui viene descritto il processo ciclico della vita umana.
L'interpretazione delle culture "con data di scadenza” è definita nelle posizioni di Fichte e Shelling e poi sviluppata nelle tesi di Hegel, Marx, Compe e dall'anticartesiano Giambattista Vico, il quale affermò che la nascita, il tramonto e il rinascimento delle culture seguono tre fasi: quella degli dei, quella degli eroi e quella degli umani. Se questi autori confermano questa visione ciclica dal punto di vista del pensiero economico e filosofico occidentale, Oswald Spengler, nel suo libro “La decadenza dell'occidente” pone un termine alla durata di una civiltà, pari a mille anni. Lo scadere del millennio ha terrorizzato gli abitanti dell' età media all'approssimarsi dell'anno 1000; ciò nonostante Spengler non prende in considerazione superstizioni numeriche né cabalistiche, bensì questioni economico-sociali per definire il millennio come periodo di transizione, affermando che dopo mille anni tutte le società esperimentano, generandola, la propria distruzione, portando ad esempio il fatto che dopo la caduta dell'impero romano, il rinascimento della cultura europea inizia, nuovamente, con la consolidazione della dinastia Carolingia. Cosicché, se applicassimo la teoria di Spengler, si nota che aggiungendo mille anni, alla data di quest' ultimo fatto storico, ci troviamo ai nostri giorni. Dopo il doloroso processo di nascita, di evoluzione e maturazione della nostra cultura durato dieci secoli, stiamo per partecipare, dal vivo e in diretta -come si usa dire nell'attuale linguaggio dell'informazione- alla fine di un ciclo della civiltà europea e occidentale. Secondo Spengler i primi segni di decadenza della nostra civiltà si sono palesati dopo la Rivoluzione Industriale, ossia quando la macchina iniziò a sostituire l'essere umano e il primato delle emozioni fu relegato dal trionfo della ragione. Da allora , nuove forme di condotta sociale e politica hanno generato una preoccupazione ossessiva per la crescita economica, che si basava nella credenza che, grazie ai vantaggi materiali, potevamo liberarci del disegno e del peso della storia.

Gli stati hanno fatto del primato economico il principio ideale per conseguire il benessere e la pace sociale, considerando che avrebbe garantito il senso di uguaglianza, di opportunità e di protezione per i gruppi sociali meno favoriti. Adesso, poste in evidenza le debolezze del proprio sistema economico, la sicurezza che si garantisce ai disoccupati, alle persone anziane e alle persone a carico, che rappresentano lo strato più debole della società, può vedersi compromessa. A tutto questo deve essere aggiunto il numero di stranieri che raggiungono le coste occidentali, inseguendo il sogno della libertà e del proprio futuro.
Traducción A. Marchi